Qori

Bueno, estoy pasando una temporada en Maine, al extremo noreste de Estados Unidos, en medio de un bosque lleno de coyotes, zorrillos y armadillos. Traje conmigo a mi perro Piji, que viajó vía Newark a través de United Airlines y que disfrutó escalas más breves que yo.

No pude traer conmigo a mis dos gatos. Se quedaron en casa, donde tienen una azotea grande en el quinto piso del edificio donde vivimos. El que debe sufrir más es Qori, el mayor y más grande y más extrovertido. Qori necesita a la gente para poder vivir. Maqui, su compañero, es huraño y detesta a la gente que no conoce. Sale a explorar el barrio en excursiones que le toman horas. Qori en cambio es una vedet hogareña, un escritor en feria de libro. Necesita que lo miren, que lo toquen y le digan cumplidos.

La buena noticia es que acabo de enterarme de que mi sobrino menor, Marquito, que vive en el segundo piso del edificio, ha adoptado a este gato e incluso lo mete a su cama como si se tratara de un peluche. Imagino lo que maquina este gato. Seguro se dice a sí mismo que ya tiene una casa nueva mientras prepara la conquista definitiva.

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