Cómo escribir sobre perros y gatos – Taller
A veces estoy cocinando o escribiendo o solo observando a través de la ventana y, de pronto, volteo la cabeza y encuentro a Piji mirándome con una profundidad que me estremece. Lo hace como si pudiera entenderme, como si supiera algo que yo aún no. Me digo que no parece un perro. Y que un espíritu dentro de él intenta comunicarse conmigo, alertarme, consolarme, explicarme cómo son las cosas. Luego se marcha cabizbajo y se pone a fornicar con su cojín, tan perro, tan animal. Y, no sé, me siento ridículo por pensar lo que pensaba.
Pero entonces me doy cuenta de algo. Hay momentos en que yo también me marcho cabizbajo, sobre todo cuando no entiendo ciertas cosas de la vida; y me masturbo, tan humano, tan animal. Pero esto no le da licencia a mi perro de compadecerse o avergonzarse de mí.
Claro, los perros no pueden cerrar la puerta del baño para darle al cojín. Los hombres sí. ¿Será esa la única gran diferencia entre nuestras especies?
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Escribir sobre perros y gatos puede ser una manera de escribir sobre uno mismo. O sobre la sociedad que nos envuelve. Es tanto un arte como una disciplina física. Y muchas veces, también, un acto de amor. Escribir sobre animales demanda la capacidad de ponerse en el lugar del otro, como hace el periodista cuando perfila a seres humanos; lo complicado es que los animales son «otros» que no hablan ni conceden entrevistas. Por el contrario, viven confinados en el papel de silenciosos acompañantes de nuestra especie. Cumplen funciones que van de la mera existencia decorativa, los trabajos forzados, hasta el de insumos de la industria de comida. Escondidos por miles de años de cultura, todo animal es un personaje en busca de autor.
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Este es un taller para escribir sobre animales. Pero también para hacerlo sobre nosotros mismos. Y, por supuesto, sobre nuestra sociedad. Es un taller para entender cómo las técnicas de la crónica periodística nos pueden ayudar a ingresar en mundos escondidos y, luego, a salir de ellos con novedades que contar. Pero, en el sentido más amplio, es un taller para escribir historias reales sobre seres reales invisibles. Esos que (ya tengan cuatro patas o más o menos) podríamos considerar marginales. Como los perros. Como los gatos. Como la mayoría de los hombres.
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Siendo optimistas, la vida es una suma de historias en busca de autor. Pero la realidad también es una amante difícil: no se va con el que llega primero sino con el que aprende a llegar mejor. Los periodistas entienden que escribir solo es el último paso de un largo camino llamado “reporteo”. Los antropólogos le llaman trabajo de campo. Los académicos, investigación. Los forenses, reconstrucción de los hechos. Tú le puedes llamar como quieras. Pero debes saber una cosa:
Antes de sentarse frente a la computadora, un escritor es un acumulador. Alguien que reúne los componentes de una historia que estaban dispersos en el mundo. Llámale cazador si quieres o recolector, si eres vegetariano. Pero recuerda que el principio básico de la escritura es el mismo que el el de la cocina: no hay historia sin información, como tampoco hay cena sin ingredientes. Los datos valen poco en su estado puro. Escribir, como cocinar, es organizar. Se necesita un método para hacer el trabajo de campo. Planificación versus improvisación. O, mejor, planificación más improvisación. ¿Cómo reportean los grandes escritores? Y lo más importante: ¿Cómo reportean sobre animales? ¿Hacerlo es muy diferente de reportear sobre personas?
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En este taller vamos a practicar un ejercicio sencillo y, por eso mismo, poco valorado: mirar. Miraremos animales y miraremos personas. El reto será mirar lo que todos miran para encontrar lo que nadie más encuentra. Y en ese acto inocente de usar los ojos veremos cómo opera la «malicia» personal en la literatura. Saber escribir es saber mirar.
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Todo reportero habita dos tiempos. Cuando observa a un gato persiguiendo a una polilla no solo admira ese momento presente sino que allí mismo empieza a pensar en lo que escribirá en el futuro. Registra lo que ve para contarlo mejor más adelante. La pregunta es: ¿cómo lo registra? ¿Qué datos recoge? Una cosa es reportear y otra muy distinta reportear para escribir escenas. La escena, que es la célula básica de toda historia, también es el campo de batalla donde mueren los jóvenes escritores. En este taller compartiremos medicinas a discreción y nos desearemos buena suerte.
Al final, toda historia se resuelve en soledad, frente a la pantalla. Puedes tener ideas, mapas, estructuras tentativas, inicios de texto. Pero solo leyendo lo que escribes descubrirás si todo lo que habías tramado funciona. ¿Tienen las historias vida propia? ¿Qué ocurre si la historia “quiere” ser contada de otra manera? Idea. Tono. Estructura. Hablaremos de eso y también de cómo afrontar el estancamiento. O, mejor, sobre cómo convertirlo en un problema por resolver. Mirada clínica y enfermedades comunes. La edición no es cosmética sino alta cirugía. ¿Podemos editarnos a nosotros mismos?
Y habrá más. Mucho más. Pronto, en Lima. Informes, consultas, sugerencias: habilex(arroba)gmail.com
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¿Quién es Marco Avilés?
Periodista. Editor. Virgo. Escribe sobre animales y personas.
Sus crónicas han sido publicadas en América Latina, Europa y Estados Unidos, y traducidas al francés, japonés, italiano, alemán, portugués e inglés. Su libro de crónicas Día de visita (fantasmas depravados, gatos que hablan de amor y otros secretos de una cárcel de mujeres) fue editado por Aguilar (Lima) y reeditado por Libros del KO (Madrid).
Sus historias aparecen en Nueva Antología de la Crónica Latinoamericana (Alfaguara – Madrid), Los Malditos (Universidad Diego Portales – Chile), Tú y yo coincidimos en la noche terrible (Nar – México) y The football crónicas (Ragpicker Press, Londres). Es coeditor de la revista mutante Cometa, que solo publica números impares. Dirigió la revista de crónicas Etiqueta Negra.
Ha sido profesor visitante en la Universidad de Nuevo León, Monterrey; expositor en el II Seminario para Edición de Revistas, y parte del II Encuentro de Cronistas de Indias. Ha expuesto sobre periodismo, escritura y reportajes en universidades, escuelas y en TEDxTukuy 2012 y 2013.
Vive entre Lima y Maine con su esposa, dos gatos amarillos y un perro sin pelo. Escribe sobre ellos una columna los domingos en el diario La República.
Y, bueno, le encantaría que alguno de sus animales llegase a Presidente.

1 Comentario
Genial idea esa la de perros y gatos. Me has dejado con la miel en los labios. Apura que esperamos tu llegada.