No soluciones nada, por favor

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Es imposible comenzar a responder la pregunta «¿cómo salimos de esta crisis?», en el Perú, porque cada vez que intentas hacerlo te enteras de que la crisis es más profunda. Hoy la noticia es que un abogado miembro de una banda criminal fue habilitado para ejercer su profesión (de abogado y criminal) por el mismo sistema de justicia que debería impedírselo. ¿El sistema de justicia es un aparato criminal hasta que demuestre lo contrario? Mañana la noticia será que los jueces almuerzan bebés antes de dictar sentencias. Pasado, que se los comen mientras los sentencian.

Un consejo que escuché en un taller sobre racismo institucional es tan valioso como difícil de seguir: no te concentres en las soluciones por ahora, concéntrate en conocer cuán complejo es el problema. 

Por supuesto, esto pone a muchas personas contra las cuerdas. Sobre todo a aquellas que nos autodefinimos «proactivas», «solucionadoras de problemas». El consejo tiene lógica. ¿Cómo empiezas a solucionar algo que no terminas de entender?

Uno lee estas noticias y de inmediato se pone en actitud combativa: que se vayan todos, fumiguemos, cambiemos, etc. Pero si se piensa con más calma, esas reacciones, aunque necesarias desde la ciudadanía porque expresan el hartazgo, no van a resolver el problema de fondo. La maratón de audios y episodios de descomposición institucional a la que asistimos nos mantiene en vilo a los peruanos porque, precisamente, nos demuestra que la crisis es profunda. ¿Qué tan profunda? Lo presumimos pero no lo sabemos.

Quizá como país esta vez deberíamos darnos la oportunidad de intentar conocer el fondo del hoyo: hasta dónde llega el agujero negro, qué lo genera, y así. 

El que se vayan todos podría ir acompañado o (mejor) precedido de un «que se muestre todo», que se exponga todo, que caigan todas las cortinas. Que se desnude toda la corrupción de una vez. En lugar de promover solo la decepción o el hartazgo pesimista (todo es una M, y por eso apago el televisor), los líderes de opinión podrían promover la curiosidad serial. ¿Hasta dónde llega esta M? (Y por eso enciendo el televisor). Hay una actitud democrática de largo plazo en promover la curiosidad por encima del pesimismo.


Imagen: Amio Cajander

 

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