#GeneraciónDelBicentenario

Foto: Rodrigo Abd para The Washington Post

El estudiante universitario Bryan Pintado tenía 22 años cuando se despidió de su abuela para protestar contra el gobierno más violento que ha experimentado el Perú desde el fin de la dictadura de Alberto Fujimori. Era el sábado 14 de noviembre y el régimen de Manuel Merino cumplía cuatro días. Las redes sociales eran una galería de imágenes y videos de policías persiguiendo jóvenes, rompiéndoles las cabezas, disparándoles a quemarropa, mientras el Ministro del Interior, el expolicía Gastón Rodríguez, de 54 años, recorría canales de televisión negando las evidencias. Un año antes de su bicentenario el Perú estrenaba otra vez una dictadura.

Esa noche, los médicos que examinaron el cadáver de Bryan Pintado extrajeron 10 perdigones y restos de plomo de su cabeza, cuello y tórax. La politóloga y funcionaria del Ministerio de Salud, Jimena Limay, de 26 años, estaba en el centro de Lima durante esa marcha, y recuerda los gases y el sonido de las balas y a jóvenes desmayados, ensangrentados o vomitando. “Yo también pude terminar muerta”, me dijo al teléfono unos días después. Jimena no ha podido dormir desde entonces.

[El resto del artículo, en el Washington Post ]

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